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23-12-2018

Uruguay es parte del sistema

SURda

Opinión

Julio A. Louis

 

 

En el sistema capitalista globalizado lo que sucede en las grandes potencias no puede desprenderse del contexto mundial y regional. Lenin ya decía que había un sistema de Estados; hoy peor aún, dirigido desde un centro no confesado, el poder de las grandes multinacionales que limitan las soberanías nacionales. Uruguay, de mediana superficie y escasa población, con más razón exige comprender ese contexto.

 

El sistema sufre una fortísima crisis de larga data, manifestada entre otras características, por la desigual distribución de la riqueza a nivel de países y de personas y por la creciente contaminación medioambiental. Pero, falta una internacional de los pueblos que contrarreste la del gran capital. Y éste, por el momento gana la batalla cultural, logrando que los pueblos -en general- no piensen en revoluciones, en transformaciones de las estructuras. En algunos países de Nuestra América, los gobiernos progresistas han conseguido mejorar las condiciones de vida de las grandes masas, mas han fracasado en hacerlas partícipes activas de esas transformaciones. Salvo Chávez y Evo han emparchado al sistema, molestado a las clases dominantes, sin crear conciencia revolucionaria, socialista. Uruguay no es la excepción. Ni reforma agraria, ni nacionalizaciones, ni enfrentamiento a la tutela de las Fuerzas Armadas defensoras de la política imperialista y alejadas de defender la soberanía nacional, ni oposición a los lineamientos de las grandes instituciones internacionales: Banco Mundial, FMI, BID. Ni siquiera ha crecido la conciencia solidaria: para constatarlo, basta subir a un ómnibus. Y esa actitud de “hacé la tuya”, y esperá que dios o alguien decida, se estimula desde los grandes medios, ciertas iglesias y ONGs.

 

La gran batalla que las clases populares y la izquierda están perdiendo es ideológica, cultural, la que se basa en la ética de “primero el pueblo, último yo”. Esa gran batalla es de formación, de combate codo a codo junto a los humildes allí donde estén. Lo electoral es secundario, aunque importa. Este Frente desleído es una barrera mínima, pero barrera al fin, al proceso contrarrevolucionario en curso. Confiar en él es equivocado. Decir que tanto da quien gane facilita el camino del enemigo. Frente a los Bolsonaro, Macri, Trump, será siempre preferible Martínez a Lacalle. Pero para ganar, limpiar la casa de los corruptos (ya ni digo de los ineptos) es imprescindible. Y para las nuevas generaciones, reafirmemos que no hay peor batalla perdida que la que no se da, cuando la indiferencia política vence.

 

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